Salutogénesis y patogénesis urbana

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Salutogénesis y patogénesis urbana
En Medellín, vivimos polarizados en los extremos y esto conduce a una franca disociación y a una situación de enfermedad
/ Jorge Vega Bravo

Los seres humanos vivimos en asentamientos grupales hace unos siete mil años. Este proceso, que empezó con el aquietamiento de cazadores y nómadas, ha sufrido grandes transformaciones hasta alcanzar las megápolis actuales.

La vida en una ciudad puede ser generadora de salud (salutogenética) o generadora de enfermedad (patogenética). A propósito del Foro Urbano Mundial (WUF7) que se realiza en Medellín, queremos pensar la ciudad como fuente de salud o de enfermedad. El concepto de salutogénesis fue acuñado por el sociólogo médico Aaron Antonovsky y abarca una serie de factores que tienen la posibilidad de generar salud a partir de las condiciones del entorno en que se vive y de las oportunidades que se tienen. Y así como podemos definir las características de un hombre sano, podemos hablar de una ciudad, de un hábitat que genera salud. La noción de salutogénesis es fundamentada por Antonovsky en dos cualidades del individuo o del entorno: la capacidad de resistencia (resiliencia) y el sentido de coherencia. Medellín es una ciudad afortunada y privilegiada en muchos aspectos pero con limitaciones importantes que generan enfermedad.

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Medellín ha sufrido en los últimos 30 años un grave deterioro de su centro. La ‘pérdida del centro’ en un proceso que está presente en toda tendencia a polarizarse, a enfermar. Y así como la polaridad entre esclerosis-endurecimiento e inflamación-disolución es un buen modelo para comprender la enfermedad humana, también es útil para aproximarnos a la ciudad. En la enfermedad humana actual predominan las enfermedades esclerosantes: arterioesclerosis, diabetes, cáncer. En la enfermedad urbana predomina la tendencia al endurecimiento, al predominio de lo material-metálico, a la polarización en la distribución de los recursos, al carcinoma social, donde unos pocos crecen en exceso, a expensas de la totalidad. Todos estos procesos están asociados a un estilo de vida donde priman la competencia, la pérdida del ritmo, la vida sedentaria, el consumo de alimentos artificiales y el smog aéreo y electromagnético. Conocimos la semana pasada un informe que habla del papel de la contaminación ambiental en la génesis de enfermedades respiratorias y en la mortalidad de los habitantes de Medellín. Y nos preciamos de tener bastante verde en la ciudad, pero abundan el cemento y el asfalto.

Una ciudad generadora de salud tiene que ser una ciudad incluyente, donde haya coherencia entre el discurso de los políticos y las realizaciones comunitarias, donde una gran parte de sus habitantes se pregunte: ¿cómo puedo contribuir con el proceso de generar o mantener el equilibrio? ¿cómo ayudo a generar salud? Planteo a los lectores pequeñas tareas generadoras de salud: camino en vez de usar el carro; privilegio el transporte público. Respeto, cuido y siembro árboles. Tengo una actitud amable y reconozco a los otros: saludo –saludar es dar salud–. Percibo la realidad de una manera amplia y respetuosa, no juzgo a los demás. El paradigma salutogenético despierta responsabilidad, solidaridad y compromiso (Antonovsky). Supera la polarización. En Medellín, vivimos polarizados en los extremos y esto conduce a una franca disociación y a una situación de enfermedad. Oj-alá (sic) que este foro permita reflexiones reales sobre lo que son las ciudades actuales y lo que necesita el ser humano para vivir de manera plena y coherente.
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