Notas de viaje a Uzbekistán

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Conocimos Bujará. De gente encantadora, familiar, gentil. Cuando pasábamos por algún lugar le preguntaban a Aydin “¿de dónde son?”. Nuestra guía respondía educada: “De América”

Por Juan Luis Jaramillo

Situado en Asia central, fue parte del Imperio de Alejandro Magno, del Persa, del Mongol, del ruso en época de los zares, y finalmente de la URSS, hasta 1989, cuando se formaron las repúblicas independientes.

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Es un país pobre, PIB US$3.300 per cápita/ año, dedicado en gran parte a la agricultura. En algodón es el cuarto productor en el mundo, pero no tiene cómo procesarlo. La industria es mínima, recientemente ha descubierto gas, que vende a China. Es fuerte en Uranio, que le suministra a EE.UU y a Rusia. En los últimos años, de promoción de la inversión extranjera, abrieron plantas General Motors y Coca Cola.

Marcela Jaramillo, Aydin, Juan Luis Jaramillo y Adriana Restrepo

Es un país laico, seguro, todo se paga en efectivo, dólares, euros o en su moneda som (1 dólar= 2.857 som), las tarjetas de crédito solo se ven en los grandes hoteles. Aunque la gran mayoría de la población es musulmana (90%), se pueden practicar los diferentes ritos religiosos. Solo hablan uzbeco o ruso.

Su capital es Taskent y sus ciudades principales son Samarcanda, Bujará y Jiva. Estas últimas declaradas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, por sus tesoros arquitectónicos. Son 487.700 kilómetros cuadrados, un 70% desértico, y unos 28 millones de habitantes

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¿Qué fui a hacer allá?

Hace algunos años leí en National Geographic sobre la sequía del mar de Aral y mencionaban a Uzbekistán, con unas fotografías muy bellas entre ellas la gran plaza de Registán, en Samarcanda, luego otra sobre la famosa Ruta de la Seda, y me dije “algún día iré”.

Planeé este sueño por casi dos años. Estudié, recibí conferencias con profesores de geopolítica y hablé con alguien que había ido recientemente. Viajé en septiembre de 2014 con mi esposa Adriana y nuestra hija Marcela.

La plaza de Registán en Samarcanda

Luego de un poco más de 4 horas llegamos a Taskent, la capital y único aeropuerto internacional del país.

Obtuvimos la visa por 10 días –US$ 60 c/u– y comenzó nuestro calvario. Miraban los pasaportes, miraban los computadores, hablaban por teléfono; después de 2 horas nos dejaron entrar al país. Como que era la primera vez que veían un pasaporte colombiano.

Al día siguiente salimos muy temprano a Samarcanda, a 350 kilómetros. La segunda ciudad del país, fundada en el siglo quinto a.C. Junto con Bujará, eran los pasos obligados de los mercaderes de la Ruta de la Seda.

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“Lo más hermoso de la vida”

Allí conocimos la Plaza de Registán, lo más hermoso que hemos conocido en la vida. Está compuesta por tres madrazas majestuosas con sus inmensas cúpulas en forma de trenzas azul turquesa. Son Ulugh Beg, Shedar, y Tilla-Kari. Durante el régimen soviético se utilizaron como bodegas, dado que todo tipo de rito religioso era prohibido.

En la noche fuimos a cenar a una casa típica. Fue nuestro primer encuentro con la comida uzbeka, especializada en vegetales y varios tipos de arroz, la carne es poca y no muy buena, a veces de caballo, esto heredado de los mongoles.

Conocimos monumentos históricos, como el Observatorio de Ulugh Beg (siglo 15), donde determinaron la duración del año solar, o el Mausoleo Gur Emir, con la lápida del emperador Amir Temur (siglo 14).

De allí salimos hacia Bujará. De gente encantadora, familiar, gentil. Cuando pasábamos por algún lugar le preguntaban a Aydin “¿de dónde son?”. Nuestra guía respondía educada: “De América”.

Bujará es sorprendente, creíamos que Samarcanda era la reina, pero allí cambiamos de opinión. Tiene una gran cantidad de monumentos, mezquitas, madrazas, plazas.

Al Juarismi, el padre del álgebra

De allí viajamos por el desierto Kyzyl-Kum, de las Arenas Rojas (450 kilómetros) a Jiva. Nos alojamos a una cuadra del centro de la ciudad amurallada Itchan–Kala, declarado por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad, por la arquitectura.

Se dice que está situada donde Sem, el hijo de Noé, cavó los pozos Keivah. Allí nació y vivió Al Juarasmi, creador del Álgebra, de la portada del Baldor. De allí también se dice que salió el ajedrez.

Al día siguiente salimos a conocer un campamento nómada en el desierto. Quedamos impresionados con las yurtas, las carpas donde ellos viven. Allí almorzamos sentados en el suelo sobre unos tapetes de gran belleza, con el lujo de un restaurante súper elegante. En la tarde regresamos vía aérea a Taskent, para madrugar de regreso a Estambul.

Al despegar el avión se me salieron las lágrimas, pero de alegría, de haber logrado mí sueño: ¡Conocí la gran plaza de Registán, en Samarcanda!

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