Navidad

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Cada ser en estos días de bullicio y fiestas tiene la oportunidad de entrar en la noche interior. Difícil sí, por el llamado a perpetuar costumbres que nuestra
cultura consumista pregona
/ Elena María Molina

Nacimiento. Este es el sentido de la celebración.
Es bien sabido que Jesús no nació en esa fecha, esta fecha fue adoptada por la Iglesia para no interferir con las fiestas que los romanos celebraban en ese tiempo. En general, en muchas culturas la celebran por estos días, con un gran significado simbólico: es el día en que en medio del invierno, en la noche más larga del año, nace el Nuevo Sol. Para los romanos era el nacimiento del Sol invicto, también para los incas y los aztecas celebraban el nacimiento del dios sol, del dios poderoso.

El nuevo sol, ese sol que llega a su máxima expresión el día del solsticio de verano el 21 de junio, y empieza a decrecer hasta el solsticio de invierno.

Estas pequeñas anotaciones son para indicar que cada ser en estos días de bullicio y fiestas por doquier, tiene la oportunidad de entrar en la noche interior. Difícil sí, por el llamado a perpetuar costumbres que nuestra cultura consumista pregona. Difícil sí porque todo nos invita a vivir dentro del cardumen emocional de estas festividades que nos desenraizan del Sol o mejor dicho, de la luz interior que siempre quiere manifestarse.

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Navidad es la posibilidad de nacer a un nuevo sol, a una nueva claridad interna. Lo que pasa en el exterior nos muestra el gran desarraigo de nuestra realidad íntima. Nos llenamos de buenas razones para no vernos en nuestra dimensión real, real de realeza, y banalizamos el sol, la claridad que nos habita.
Difícil hablar de Navidad cuando la violencia nos habita, el rencor, los apegos, el deseo de posesión. Que bueno tener una Navidad con gran sentido.

Cada nacimiento en medio de la noche interior más larga del año debe iluminar algo nuevo en el ser humano. Y el grito es a vivir en acción, acción consciente de un hacer nuevo – nacer a la Justicia con Misericordia. Eso nos enaltece, nos permite levantar la mirada y creer. Pero no hay que esperarla del gobierno, ni de los diferentes estamentos de nuestra sociedad. Hay que realizarla en cada uno, es a la esperanza de la estrella de Belén y al nacimiento interior del sol, del Cristo, que este tiempo nos invita a vivir.

Criticar, sentir el peso de todo lo que pasa y continuar en el flujo de la indiferencia, es mortal. “Ve hacia ti”, caminar hacia el interior y morir y renacer con las claridades – dones que nos son dados, es el principio y el final de este paso, de esta Pascua, de esta Navidad que permite creer que desde las entrañas de cada uno, el Amor con Justicia y Misericordia, tiene sentido.
El regalo mayor esta Navidad es luz-conciencia para todos.
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