¿Sabe usted cómo afrontar el bullying y el ciberbullying?

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  Más allá de sus ojos verdes, una considerable estatura que refuerza la percepción de su origen norteamericano y porque solo habla en inglés, John Halligan no se diferencia mucho de cualquier padre de familia en Colombia.
Sus cuidados no evitaron que su hijo Ryan fuera víctima de bullying, con consecuencias que hoy sufre todo el núcleo familiar y que motivaron su visita a Medellín por invitación de las directivas y consejeros del Columbus School, interesados en diseminar su historia y enseñanzas.
Ryan tenía 10 años (2000) cuando empezó a ser víctima de acoso por parte de un compañero en quinto de primaria. Cuando llegó del colegio -cuenta John- su hijo le manifestó que no quería ir allí porque era víctima de constantes burlas. Él, aunque preocupado, pensó que “quizá tendría que ver con asuntos normales en los inicios de la adolescencia” y más bien quiso acudir al plantel educativo para advertir lo que pasaba. Ante esa posibilidad Ryan manifestó su descontento, pues presagiaba mayores ataques.
Más adelante, todo pareció calmarse luego de que su hijo tuviera la valentía de enfrentarse a ese joven que lo asediaba, encuentro tras el cual, al parecer se generó una amistad entre ellos.
Luego de algunas altas y bajas y tras llegar a los albores del octavo grado “Ryan empezó a pasar muchas horas en el computador, chateando principalmente”, dice John.
Un tiempo después, el 7 de octubre de 2003, a esta familia le cambió la vida por completo, Ryan de 14 años, tomó la decisión más definitiva e irreversible, decidió terminar su vida.

El bullying no se puede dejar avanzar
Los casos de acoso escolar apenas se están desentrañando. En palabras de John Halligan, “identificamos un caso de bullying si se presenta una acción repetida en el tiempo que busca intimidar, humillar o poner en ridículo a la persona”.
Se requieren además tres condiciones para que se pueda hablar de este acoso. Para Adriana Pérez, psicóloga especialista en Terapia Familiar y Consejera en el Columbus School, “tiene que haber agresión clara (verbal o física), exclusión, difamación, burla. Debe ser una acción repetida y debe haber un desbalance, ya sea real (corpulencia por ejemplo) o imaginario”.
Se tienen datos mundiales que sitúan una mayor prevalencia del inicio de acoso o bullying entre los 11 y 12 años y entre el último grado de escuela y octavo de bachillerato.
Enrique Chaux, uno de los investigadores más reconocidos en el tema de acoso escolar en Colombia, expone que solo “en Bogotá la prevalencia de la percepción de inseguridad dentro del colegio es del 11%. El 38% de los jóvenes escolarizados manifestaron haber sido víctimas de insultos”.

Ciberbullying:
Se quedan cortos los estudios si no incluyen el componente de Internet, y máxime con la presencia de las redes sociales. Para John Halligan quedó muy clara la incidencia de una utilización específica de la Red Mundial como detonante de la decisión tomada por su hijo.
“Me di a la tarea de buscar en las conversaciones sostenidas por mi hijo para saber cómo habían sido sus últimas semanas y descubrí que aquel muchacho, dizque nuevo mejor amigo, se encargó de diseminar el rumor de que Ryan supuestamente era gay y luego mi hijo trató de defenderse. Más adelante una niña de la clase hizo creer a Ryan que estaba interesada en él, pero cuando él quiso abordarla en el colegio ella le dijo en su cara que ‘era un perdedor’ y que realmente no quería nada, pues todo había sido una broma”, dice con tristeza el señor Halligan.
Queda demostrado que el problema con el ciberbullying es que “el drama ahora es 24 horas, siete días a la semana, y no hay tregua”, plantea John.
Este padre de famlia, quien trabajó para la empresa IBM, instó a los jóvenes a no ser espectadores pasivos y los conminó a detener este tipo de agresiones entre compañeros. Para los padres, aparte de su historia, aportó algunas claves para minimizar los efectos que tienen las burlas en sus hijos en Internet.
Entre estas claves están: pedirles que les enseñen los sitios web a los que entran; asegurarse de que no compartan sus claves de acceso; exigirles que les muestren lo que han publicado acerca de sí mismos; preguntarles si alguna vez los han puesto en ridículo y/o humillado en Internet, y explicarles que este es un periodo difícil en la vida de cualquier persona.
La conferencia de John Halligan es la misma en todos los países, quizá porque sabe que el bullying no hace distinciones cuando llega a la vida de una familia, tal y como pudo comprobar tras la tragedia que tocó a su puerta.

 
       
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