El presente

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¿Cómo liberarnos entonces de la tiranía de los pensamientos? Enfocar toda nuestra atención en el instante presente, es la respuesta del budismo… ¡Es algo tan sencillo de entender! Pero no nos engañemos: apropiarnos del inasible presente, es bien difícil
/ Héctor Escobar Restrepo
“Todo iba bien en el universo hasta que en algún momento la materia se transformó en conciencia”. Esta frase dura y bella la oí del ingeniero Juan Felipe Henao alguna vez en una conferencia. A pesar de que la ciencia neurológica actual concluye que los animales no humanos tienen conciencia y muestran conductas intencionales – Francis Crick Memorial Conference. Universidad de Cambridge 2012 –, se trataría de un nivel o de un tipo de conciencia diferente a la propia del ser humano. El hombre es capaz de ser reflexivo, de mirar sus propios pensamientos, y de actuar en contra del mandato de sus instintos. Aunque nos parezca increíble, ha habido en la historia personas que se han sacrificado por un ideal – suena anacrónico, ¿verdad? Esto quiere decir que el hombre puede ponerse por encima de lo que le manda la biología y de lo que, seguramente, le ha enseñado la vida.

Entonces ¿cuál es el problema con la conciencia? He dicho que el ser humano es capaz de “mirar los pensamientos”, pero esa capacidad poco o nada la usa. Somos sujetos pasivos de los pensamientos que nos llegan, no somos conscientes de ellos, estos se hacen solos…, y además nos hacen a nosotros: nos hacen en cuanto a que nos traen emociones y comportamientos. Como los pensamientos se repiten una y otra vez, las emociones y comportamientos tienden también a ser repetitivos, particularmente los que tienen que ver con emociones negativas: miedo, resentimiento, enojo, tristeza, dolor moral…, y así. Sin embargo los pensamientos surgen es cuando la mente está suelta. Cuando estamos concentrados y aplicados a una tarea, ya es distinto: el miedo desaparece cuando comienza la batalla.

La mente no tiene vergüenza, puede pensar cualquier cosa, decía un maestro budista… Esos pensamientos inconfesables son de nuestra naturaleza, ¡qué le vamos a hacer! Vienen desde atrás, muy atrás en el tiempo. La cultura, en su concepción más amplia, y la coacción de la ley, morigeran nuestros instintos. Pero estos están ahí y pueden saltar en cualquier momento. La vida diaria nos muestra -¡y en Colombia sí que lo hemos vivido!- lo que llega a ocurrir cuando se desamarra la bestia que hay dentro de cada ser humano.

Pero volvamos a lo nuestro. Así como las palabras no sólo describen sino que crean nuevas realidades, los pensamientos también pueden crearlas y de hecho las crean. Mark Twain decía: “He sufrido muchas desgracias en mi vida, la mayor parte de ellas nunca ocurrieron”. ¿Cómo liberarnos entonces de la tiranía de los pensamientos? Enfocar toda nuestra atención en el instante presente, es la respuesta del budismo… ¡Es algo tan sencillo de entender! Pero no nos engañemos: apropiarnos del inasible presente, es bien difícil. Lo nuestro como seres humanos es la imaginación. Situarnos en el Ahora implica, de alguna forma, quitarle el modo automático a la mente, y esto exige esfuerzo y disciplina. La Meditación Vipassana o de la Atención Plena nos ayuda a ese propósito.

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