Desde el Museo / diciembre (quincena 1)

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Publicado en la edición 403, diciembre 1 de 2009
 
     
 
 
 
Talleres Robledo
 
 
Se logró preservar un edificio industrial de valor histórico y, paradójicamente, se destina al MAMM que, por principio, privilegia las formas más contemporáneas del arte
 
     
 
 
     
 
Por Carlos Arturo Fernández U.
 
 
La inauguración de la nueva sede del Museo de Arte Moderno en los antiguos Talleres Robledo marca un hito en la historia del MAMM y es importante para la ciudad desde distintos puntos de vista sociales, culturales y artísticos.
Los Talleres Roblado fueron levantados a finales de los años 30, cuando la ciudad buscaba un mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes y una ampliación de las fuentes de empleo y de la economía, a través de intervenciones urbanísticas que siguen vigentes y de la construcción de una serie de edificios, muchos de ellos de tipo industrial. En realidad, los Talleres Robledo no fueron los más importantes pero sí reflejan de manera precisa las búsquedas de la época.
Más allá de los valores intrínsecos del edificio, aquí se quiere poner el énfasis en el sentido de su recuperación y en los aportes que ello representa para el Museo.
En primer lugar, se logró preservar un edificio industrial de valor histórico y, paradójicamente, se destina al MAMM que, por principio, privilegia las formas más contemporáneas del arte. Es la historia como fundamento del presente y del futuro.
Durante muchas décadas predominó en Medellín la idea de que el progreso implicaba la destrucción del pasado, con falsos argumentos como la necesidad de demoler como única alternativa para lograr nuevos espacios en el estrecho Valle del Aburrá. No pocas veces, y todavía en años muy recientes, se negó de manera expresa el valor cultural de nuestra arquitectura histórica, lo que sólo ocultaba la idea extranjerizante y anticultural de que lo realmente valioso es lo europeo. No es necesario agregar que, encandilados con la idea del progreso, en Medellín asistimos a lo largo del siglo 20 y casi sin protestar, a la destrucción sistemática de nuestro patrimonio. No nos importó lo que habíamos sido y, a la larga, ello se tradujo en la claudicación de todos los valores cívicos y sociales ante la tentación del dinero fácil.
Tampoco podría decirse que la decisión de recuperar y dar un nuevo uso a los Talleres Robledo sea una absoluta novedad; al contrario, a pesar de tantas demoliciones, se manifiesta aquí la creación de conciencia de la necesidad de restaurar, conservar y dar uso adecuado a los bienes patrimoniales, conciencia que, en gran medida, debemos a la Fundación Ferrocarril de Antioquia.
En segundo lugar, la instalación de museos de arte moderno y contemporáneo en edificios industriales recuperados, como ocurre ahora con el MAMM es una idea con amplia acogida en todo el mundo. En general, como en este caso, se garantizan así espacios generosos que hacen posible la instalación adecuada de obras contemporáneas que se crean dentro de particulares dinámicas espaciales; y por otra parte el edificio industrial recuperado ofrece áreas más limpias desde el punto de vista visual, lo que hace posible el mejor desarrollo de las obras mismas.

La exposición “Umbraculum” del artista belga Jan Fabre, que cierra el mes de celebraciones del MAMM por su nueva sede de Ciudad del Río, es un espacio de reflexión y debate sobre los problemas del arte. Multiplicidad, choque estético, variedad de interpretaciones. Hasta el 12 de febrero de 2010.

 
 
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