Así vi a Madonna

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Así vi a Madonna
Una crónica de la presentación de la Reina del Pop en Medellín

Por Sebastián Mora
No soy un hombre material, ni vivo en un mundo material, pero debido a la masiva difusión que ha tenido la música de Madonna durante más de tres décadas, me he familiarizado, como muchos, con buena parte de la obra de la Reina del Pop. Sin embargo, confieso que sus canciones probablemente nunca encontrarán un espacio dentro de mi iPod.

Por juegos del destino, o del ejercicio periodístico, tuve la oportunidad de presenciar en escena al icono, al molde de la estrella pop femenina extravagante, a la cantante que se reinventa con una asombrosa frecuencia, a la mujer que a sus 54 años luce un cuerpo que es envidia de muchas veinteañeras.

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Foto: Cortesía Cámara Lúcida

“El ventilador de Madonna, el que la ventea, ilumina y la refresca”, promueve a todo pulmón una vendedora ambulante en los alrededores del Atanasio Giradot (el merchandising no oficial de Madonna no podía faltar), pero ante la poca atención que le prestan los ansiosos transeúntes a ese curioso artefacto verde fluorescente, sin rastros de la imagen de la cantante norteamericana, replica con cierto desespero: “Hey, colabórenle a Madonna”. El ingreso al estadio, pese a las justificadas largas filas, es rápido y sin contratiempos.

Estoy adentro, rodeado de fans impacientes y la farándula criolla atraída por la famosa estrella nacida en Bay City, Michigan, quien hiciera sus primeros pinitos en la música como baterista del grupo Breakfast Club. Comienza el conteo regresivo para ver un espectáculo de unas proporciones jamas vistas en nuestra ciudad.


Foto: Cortesía Cámara Lúcida

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Otra leyenda viviente, Paul Oakenfold, fue el telonero. El dj británico combatió la lluvia con sus mezclas y remixes de temas famosos ajenos como Scar Tissue, de Red Hot Chilli Peppers; Satisfaction, de Los Rolling Stones (acompañado del guitarrista de Madonna, Monte Pittman), y We Are Young, de Fun, está ultima versión en particular, resultó inspiradora.


Foto: Cortesía Cámara Lúcida

Como para no contrariar su imagen de diva, la Chica Material se hizo esperar, entrando en acción a las 11 de la noche y no las 10 como se había anunciado. Monjes, incienso, campanas, una cruz en el fondo, y Madonna Louise Veronica Ciccone apareció de un confesionario para iniciar con Transgresión, el primero acto del show. Su ingreso fue deslumbrante. Esta sección, de corte cinematográfico, estuvo integrada por canciones como Girls Gone Wild, Papa Don’t Preach y Revolver.

El segundo acto, denominado Profecía, inició con el hit Express Yourself, que descrestó con su puesta en escena, con soldados de plomo descendiendo de los aires y Madonna en el rol de bastonera. Profecía dio paso a Masculino- Femenino, segmento del concierto influenciado por la moda y el cabaret francés. La recordada Vogue y el caliente striptease de la artista en Like a Virgin, interpretada con un tempo lento, al piano, dieron de qué hablar a los 47 mil asistentes.

La sección final fue Redención, aquella en que Madonna renace y, en sus palabras, se convierte en “una especie de Juana de Arco que lleva sus tropas a la batalla y después terminan con un gran festejo”. Like a Prayer, junto a un coro gospel, fue tal vez, al menos desde lo musical, el momento más brillante no solo de esta sección sino de todo el concierto.


Foto: Cortesía Cámara Lúcida

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Por conversaciones que tuve con verdaderos fans de la Reina del Pop, no todos salieron completamente satisfechos. Algunos manifestaron que por su comprensible interés por promocionar su nuevo álbum MDNA (tocó nueve de las doce canciones que lo integran), su repertorio no fue una buena representación de su trayectoria artística.

Aunque durante la mayor parte de la presentación me sentí más observando un maravilloso espectáculo teatral con música de fondo que un concierto en vivo -influye, sin duda, que no soy un fan de Madonna-, es de tontos negar que el montaje del espectáculo fue impresionante y que es una producción de palabras mayores. Pero tal vez si Madonna, en ciertos segmentos, se hubiera enfocado un poco más en impregnar de vitalidad sus interpretaciones musicales hubiera generado esa energía especial que se vivió durante Like a Prayer o Masterpiece, cuando al finalizar la canción se quitó la máscara de superestrella e incluso soltó una lágrima. Sí, las divas también lloran.

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