Ángela, el milagro de una guerrera bajo el agua

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No sabe que es ser negativa. De todas las dificultades que se le han presentado antes y después de la noche del 23 de agosto de 1997, aprendió a sortearlas para cuando vuelvan a llegar. Su fe la acompaña, tanto como su familia
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Por José Fernando Serna Osorio

Para Ángela tomarse un vaso de agua es un milagro. Para Ángela cepillarse los dientes es un milagro. Para Ángela marcar un celular es un milagro. Para Ángela sonreír es un milagro. Para Ángela vivir es un milagro. Para un ciudadano de a pie todo lo anterior es rutina.

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Ángela tiene más fuerza en su corazón que en las piernas. Le resulta más fácil carcajearse por un comentario, que nadar, y eso que es medallista de bronce profesional en esta disciplina deportiva. Tiene memoria de estar dentro del agua desde los 6 años.

Unas paredes pálidas reflejan un chorro suave de sol que se filtra por una ventana del edificio. Son las 3:00 de la tarde. El bochorno calienta el ambiente en el centro de Medellín.

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< Ángela luce con orgullo la medalla en Paranacionales

La médica y radióloga Ángela Victoria Urhan Giraldo sale de un cuarto de vidrios azules en la Clínica CES. Viene acompañada por una mujer que empuja la silla de ruedas sobre la que la experta en rayos equis descansa su cuerpo. Tiene 45 años y a los 26 sufrió un accidente cervical que la dejó inmóvil desde el cuello hacia abajo. Un historia milagro que hoy cuenta como parte del pasado.

No sabe que es ser negativa. De todas las dificultades que se le han presentado antes y después de la noche del 23 de agosto de 1997, aprendió a sortearlas para cuando vuelvan a llegar. Su fe la acompaña, tanto como su familia, desde las 6:00 de la mañana, cuando con ayuda de sus padres o su hermanos se levanta para cumplir su misión médica. Se cruza la ciudad desde El Poblado hasta Prado Centro y allí lleva su vida profesional hasta caer la tarde.

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“Tuve un accidente aparatoso en un vehículo en Las Palmas. Iba con dos de mis cuatro hermanos y una amiga en medio de la lluvia cuando el carro perdió el control y dio varias vueltas. Ellos tuvieron heridas sin mucha consideración, yo tuve lesión en la médula espinal en los discos C6 y C7 que me dejaron sin movilidad los brazos, el tronco y las piernas”, cuenta Ángela con una tranquilidad inquebrantable.

Para la estudiante en esa época de medicina en el CES empezó una batalla personal por superarse. Por la creencia en Dios y de la mano de su familia fue saliendo adelante. Aprender la paciencia de su estado y entender que dependía de otros no fue fácil, pero su poder mental fue tan grande que hoy en día es una viajera incansable y una nadadora con más horas en una piscina que en el mar de las lamentaciones.

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El agua, elemento vital
No hay otro elemento más cómplice de Ángela que el agua. Las piscinas fueron el refugio y la mejor terapia para esta mujer que de a poco recuperó la movilidad en sus brazos, aunque se le dificultan algunas acciones, puede trabajar o hacer cosas tan sencillas como tomar su celular y realizar una llamada. Según ella “un milagro”.

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El entrenamiento para Ángela es también momento de terapia y relajación que le ayuda a fortalecer su parte física y mental

Hace 6 años su entereza y las palabras de un amigo la empujaron a un nivel competitivo en la natación. Luis Fernando Rojas, deportista con discapacidad física, convenció a esta “guerrera” de la vida a competir. Fue así como además del trabajo en la Clínica CES, acogió los entrenamientos en la Unidad Deportiva de Belén, y de manera independiente, se preparó lo suficiente para enfrentar a otras personas en una piscina.

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“En el 2015 participé en los Juegos Paranacionales en Ibagué y gané medalla de bronce en los 100 metros libres entre personas con discapacidad física y casi con mayores limitaciones. Fue emocionante ponerme el uniforme de Antioquia, representar a mi departamento con tanto esfuerzo y sacrificio. Porque no es solo lo que se hace dentro del agua, es todo lo que pasa afuera, donde las posibilidades para nosotros son nulas”, precisa.

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Y es que Ángela, con una lucidez en cada palabra que pronuncia, dice que cada día a ellos les toca luchar por un espacio que se hace más limitado. En tiempos en que se habla de inclusión, siente que no hay los suficientes espacios y sistemas que los vinculen como parte de la sociedad. Siguen existiendo barreras que ha sabido superar con ayuda de familiares y amigos.

No obstante, esto no ha sido motivo de excusa para la radióloga y nadadora. Su carisma y tenacidad la han puesto en un lugar sobresaliente desde el que espera llegue otro milagro más, que es el de “verme caminando y contando la historia”, esa misma que ha reflejado en amplias notas que agrega a una bitácora. Sin embargo, se ríe al recordar que alguien le hizo caer en cuenta que hacer todo lo que ha hecho hasta hoy ya es un milagro.

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