Agua paso por aquí, cate que no la vi

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Acciones en el Tercer Seminario Internacional de Huella Hídrica para identificar el potencial de corresponsabilidad que tenemos todos

“Las crisis del agua constituyen el mayor riesgo al que se enfrenta el mundo en términos de impacto”, sentencia la 10ª edición del informe Global Risks del Foro Económico Mundial, publicada en enero de 2015.

Entre tanto, el 22 de marzo, el mundo celebró el día del líquido vital. A propósito del tema ¿alguna vez se ha preguntado por el agua que hay detrás del suéter o de la cartera que usa? O Incluso ¿se ha preguntado cómo impacta el territorio aquellos productos que consume?

“Cuando vamos al supermercado y compramos frutas o verduras, las escogemos por el precio o la calidad, pero no nos preguntamos por el impacto que hay detrás”, explica Diego Arévalo director regional de Good Stuff International –GSI– y uno de los líderes del Estudio Nacional del Agua –ENA 2014– que, se publicará próximamente. Al respecto, expone que en Colombia aún no existe una información adecuada en los empaques de los productos que indique a los usuarios una variable ambiental para tomar una decisión respecto a uno u otro producto. También afirma que, cuando se habla de agua “no es más importante la televisión, la alimentación, la vestimenta o el transporte. Todas las industrias, sin excepción, usan agua”. Al tener conciencia del agua que consumimos, la que vemos y la que no, no resulta suficiente “cerrar el grifo o bañarse más rápido, si luego se compran 18 pares de zapatos que no se necesitan”. El llamado es al uso responsable del agua en cualquier acción. De acuerdo con el valor promedio global, para una taza de café se necesitan 150 litros de agua, para un kilogramo de carne de res, 15 mil litros de agua y para una hamburguesa, 6 mil litros de agua. La huella hídrica (HH) es finalmente, “la herramienta que muestra el impacto ambiental de los hábitos cotidianos de producción y consumo de bienes y servicios”, apunta Arévalo.
 
Empresas buscan reducir huella hídrica
La huella hídrica cobra importancia en una época de variabilidad climática y este es el tema que el pasado 19 de marzo reunió a expertos en el Tercer Seminario Internacional de Huella Hídrica en el Hotel San Fernando Plaza. En este se presentaron los resultados de SuizAgua Colombia, un proyecto que desde 2009, en alianza con el Centro Nacional de Producción Más Limpia (CNPMLTA) y Quantis, consultora internacional especializada en análisis de ciclo de vida, trabaja en el desarrollo y en la aplicación del concepto de huella hídrica, a nivel empresarial y territorial. Este es patrocinado por la embajada Suiza, a través de la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo–Cosude y 11 empresas asociadas al proyecto.

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La idea del proyecto es visualizar el problema del agua en el país. “Aunque el agua es renovable, la cantidad que se tiene disponible en el mundo es siempre la misma y deberá ser compartida con más personas que, por su desarrollo, consumirán más”, explica Francois Münger, jefe del Programa Global del Agua de la Agencia Suiza. Según estadísticas de las Naciones Unidas “mientras la población mundial se ha triplicado en el último siglo, la demanda por agua se ha incrementado seis veces. Se estima que para el 2030 la demanda global de agua dulce será 40 por ciento mayor a la cantidad disponible”. Teniendo en cuenta que la huella hídrica es un instrumento para reducir las cantidades de agua que las empresas usan en los procesos, “decidimos aplicar este concepto para que puedan aportar sus esfuerzos en el manejo del agua”, manifiesta el líder suizo.

SuizAgua, “busca crear una comunidad de práctica que pueda replicar el concepto de huella hídrica en otros sectores del país, a través de unos ejemplos demostrativos sobre tecnologías de reutilización y recirculación del agua y de la gestión del conocimiento sobre el buen uso del agua y sobre su contaminación”, expresa Carlos Toro, director del proyecto del CNPML. Asegura que durante el proyecto, las empresas implementaron medidas para mejorar su uso eficiente y la calidad del vertimiento, además desarrollaron proyectos de responsabilidad social y ambiental en las comunidades que impactan.

Francois Münger
Carlos Toro
Diego Arévalo

Fotografía de la huella hídrica a nivel nacional
En 2014 el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales–Ideam– invitó a la Embajada Suiza – Cosude, al Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia –CTA– y a Good Stuff International–GSI– a participar en el Estudio Nacional del Agua 2014 para incluir los conceptos asociados a la huella hídrica. Este, que se actualiza cada cuatro años, se presentará al país “en unos dos meses”, según informa Carlos Toro. En 2012, el mismo equipo, junto a 15 empresas públicas y privadas, realizó la evaluación multisectorial en la cuenca del río Porce, en el que “se evidenció que la contaminación de la industria y del sector doméstico, es lo que más aporta al deterioro del río Medellín”, asevera Toro.

En el ENA 2014 se analizaron 311 cuencas de Colombia y se encontró que 22 de ellas están en una situación crítica ambiental. Según explica Diego Arévalo, el estudio investigó los sectores productivos y la sostenibilidad de cada territorio para poder evaluar su impacto hídrico. Por ejemplo, se encontró que de las 114 millones de hectáreas del país, 5 millones son agrícolas, 40 millones son de pasto y que hay cerca de 24 millones de bovinos, grandes consumidores de agua. Esta información se podrá considerar para un ordenamiento territorial agrícola en donde coexistan de forma equilibrada el ecosistema y el sector productivo.

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El resultado más importante, para el director regional de GSI, es “escalar el concepto de huella hídrica, de un tema científico y académico a un documento que servirá de insumo para la decisión de políticas públicas”. Por otro lado, “incluimos la diferencia entre agua azul (recurso hídrico como ríos, acuíferos y lagos) y agua verde (agua lluvia que sostiene la vegetación, los ecosistemas y el medio ambiente)”, lo que quiere decir que por primera vez en Colombia el ecosistema será visto como un usuario del agua, que compite con los demás sectores (industrial, doméstico, energético, minero, agrícola, pecuario).

Diego Arévalo aclara que este estudio representa la fotografía de la huella hídrica del país y “el objetivo no es culpabilizar a ningún sector sobre el impacto ambiental, sino visibilizar e informar sobre esa huella para identificar el potencial de corresponsabilidad que tenemos todos”. El ENA 2014 está terminado pero “no se ha publicado por un tema político y de agenda”, afirma Diego Arévalo.

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